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Por Ana María Grellet

"El imperativo de felicidad y las infelicidades que esconde"

Columna de opinión por la psicoanalista Ana María Grellet. Acerca de los mandatos, compulsiones y modos de consumo contemporáneos.

"El imperativo de felicidad y las infelicidades que esconde"

 

Es muy común que la humanidad haya tendido a un forzamiento de felicidad, casi un imperativo insoportable porque de no conseguir cierta satisfacción podemos caer fácilmente en el uso de paliativos con drogas legales o a un estado de exigencia interior del tipo "tengo todo " y no puedo sentirme pleno.

A propósito de las primeras formas de ver en la lectura Freudiana respecto al principio de placer y principio de realidad y cuál triunfa, hay un tercer modo de relectura que es “Más allá del principio de placer” donde Freud introduce la pulsión de muerte, bastante cuestionado y más aun no soportado por los sectores que al negarse a admitir que el hombre contra sí mismo es posible.

Hoy podríamos decir que los escenarios han cambiado, pero esta pulsión autodestructiva está, y sólo Freud dió el primer paso para observarla en sus casos clínicos y  Lacan le puso ese modo de nombrarlo, convivimos con ella cada uno y el síntoma lo dice a gritos.

El síntoma es un horizonte merecidamente atendido porque de allí se desprende el concepto de algo que resuelve, se repite, y da algún grado de goce.

Al goce lacaniano no hay que confundirlo con el puro placer. Está teñido de dolor, capturado por ese "no puedo parar" o el “no puedo parar de repetir.”

Alentados por el gobierno del mercado los hombres caímos en la trampa de sus ofrecimientos, con sus engañosos modos de objetos para hacer de nuestra vida una panacea y luego nos sorprendemos que tampoco es eso, que el vacío existencial insiste, que no hay consumo alguno que no sea más que un cielo prometido y un infierno garantizado.

Consumir drogas, objetos, pornografía, son ejemplos de esa sustracción del hombre como género que habla de algo enquistado allí y que no para de ir hacia ese lugar a sabiendas de que va a chocar y tal vez a caer en angustias, porque no logra responder a ese ideal propuesto.

En cuanto a muchas adicciones podemos nombrar varias, todas van de la mano al "goce del Uno". Cuando eso acontece no hay otros por donde pueda pasar mi goce y se convierte en un circuito letal de autoerotismo y soledad que pierde cada vez más de eso.

¿Que promete el psicoanálisis entonces?

En principio que estemos dispuestos a analizarnos y romper con esos modos en que sumergidos en la comodidad/incomodidad de nuestros modos de goce tengamos una propuesta de saber algo más y preguntarnos ¿Por que nos inscribimos inconscientemente en ellos? ¡Basta!

Para que sea posible un punto de "basta", también necesitamos de un sujeto dispuesto a atravesar ciertas incomodidades que otras formas de trabajo prometen evitar, dan formulas, recetas, orientaciones, propósitos, allí nos quedamos con fortalecer sentidos y alienarnos más aún. 

El modo de goce se volvió modos de nombrar a los sujetos, el gordo, el falopero, el drogón, el compulsivo, etcétera. 

Despertar ya, es una forma de inicio hacia una vida de responsabilidad, de ir camino a un camino menos edulcorado y más efectivo.

 



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