JUJUY

Editorial

¿Es Jujuy una democracia con partido único?

La conducción del Partido Justicialista actúa subordinada a Gerardo Morales por intereses comerciales y afinidad ideológica, según quedo plasmado en el último congreso de ese partido donde se excluyeron congresales y voces disidentes,

¿Es Jujuy una democracia con partido único?

 

Por Rodrigo Quiroga y Mariana Mamaní

 

“Hay que hablar mucho de las ideas, poco de las cosas y nada de las personas”
Juan D. Perón
 

En Jujuy hay una historia parece repetirse constantemente. La de un poder concentrado en pocas manos con espacio muy restringido para la participación democrática ciudadana, su derecho a peticionar y para los controles que ésta debe ejercer sobre la gestión y las cuentas del gobierno. Sueldos estatales y –en muchos casos- privados que apenas aseguran la subsistencia. Niveles de pobreza crónica que superan el 40%. Una justicia subordinada a los designios del ejecutivo, con representantes –como los fiscales del MPA- cuyo accionar autoritario y machista parece imitar al del Sheriff de Notinghamm, eterno perseguidor de Robin Hood, bajo las órdenes de un rey feudal.


El absolutismo como forma de gobierno previa a la democracia donde no existe división de poderes, ya que están bajo el control de un monarca, ¿suena conocida? Viene la tentación de adjudicarle la autoría exclusiva de esa forma –al menos- poco democrática de ejercer el poder a Gerardo Morales y su gobierno, pero si hablamos de las ideas y procesos históricos, encontraremos que la restringida democracia jujeña es más bien el producto de una serie de alianzas y negocios entre personajes y partidos que a la manera de “señores feudales” habilitan esa administración autoritaria del poder, con la exclusión de gran parte de la ciudadanía de la participación pública y de los beneficios socialmente generados.


Gerardo Morales cuenta con el apoyo del Partido Justicialista y de varios de sus referentes para gobernar Jujuy de un modo poco democrático; como ha quedado demostrado en repetidas sesiones parlamentarias donde gran parte de esa bancada ha apoyado cualquier iniciativa oficialista.


A primera vista esa alianza es coyuntural, o se trataría sólo de un intercambio comercial donde algunos hombres de negocios salen beneficiados. Hay mucho de eso, pero en el fondo hay una profunda afinidad en las ideas sobre cuáles son los fines últimos de la política, el “para qué” y “para quienes” gobernamos y es por eso que la sinergia se da de modo natural y en distintos ámbitos.


Por un lado el gobierno provincial con el dinero de los jujeños, compra a la opinión pública, beneficiando a dos de las principales figuras del PJ propietarios de medios de comunicación con millones de pesos en pauta publicitaria pública, programas del COE y otros negocios que financia el estado, convirtiendo a la prensa en mera propaganda de la gestión de Gerardo Morales.


Por ese mismo mecanismo se gana la adhesión de esos referentes y otros dirigentes mercenarios del principal partido de oposición a las iniciativas del oficialismo.Pero además existe una profunda afinidad ideológica entre ambos sectores. La de un radicalismo ya decididamente volcado a la derecha como vagón de cola de Juntos por el Cambio y la de dirigentes justicialistas que tienen una visión conservadora e instrumental del peronismo.


El PJ jujeño, encabezado por Rubén Rivarola ha garantizado la impunidad en la provincia, sometiéndose a los negocios con Morales. Hace seis años viene avalando y siendo cómplice de la corrupción judicial que impuso el gobernador en el Poder Judicial. La persecución a compañeros y compañeras por pensar diferente ha sido el constante acompañamiento de un dirigente empresario lejano al movimiento justicialista.  

La concepción del caudillismo provincial de algunos referentes del PJ es la de un peronismo de símbolos y gestos vacíos, de política clientelista que sirve para ganarse la simpatía del pueblo mientras adopta políticas económicas conservadoras que aumentan su pobreza. El “para que” de la política entre esos dirigentes y el oficialismo es el mismo. Es por eso que abjuran del kirchnerismo como movimiento que ha revitalizado al peronismo otorgándole una claro objetivo de promocionar la calidad de vida de las personas a través de sus objetivos de política económica y de desarrollo, no sólo a través de las políticas sociales.

Esos hombres de negocio y sus seguidores conservadores olvidan que si algo tuvo el peronismo fue su capacidad de producir redistribución del ingreso, es decir aumentar la participación de los asalariados en la riqueza generada por el país. De hecho durante los dos primeros gobiernos peronistas la participación de los asalariados en el PBI, llegó al 51%, porcentaje que nunca más fue alcanzado. De manera similar, aunque de forma heterogénea, la relación salarial mejoró en favor de los trabajadores en el periodo 2003 a 2015.

El congreso de Morales

El bochornoso congreso del Partido Justicialista realizado la semana pasada exhibió la pugna existente entre los sectores aferrados a un liderazgo vacío, funcional a la gestión de Gerardo Morales y comprometido con ella por intereses comerciales, y gran parte de militantes y dirigentes que pretenden una orientación de acuerdo a la mejor historia de un partido que tiene a la redistribución de la riqueza como una de sus piedras basales, entre ellos los referentes del Frente de Todos en la legislatura.

Un congreso que funcionó con el mismo patrón autoritario y excluyente que el gobierno provincial, del que quedaron afuera una cincuentena de congresales, sesionando durante exiguos 20 minutos, evitando la participación de opositores para terminar legitimando a las mismas figuras que representan a un partido retrógrado, caduco y ajeno a sus propuestas históricas. 

Hay otras figuras más recientes, que tienen un pie en cada lado, ya que participaron en su momento de las políticas kirchneristas y que durante las últimas semanas salieron a posicionarse sobre lo sucedido y vienen marcando su distancia con el gobierno de Gerardo Morales y sus políticas autoritarias como la diputada Carolina Moisés y el senador Guillermo Snopek. De ellos depende también la posibilidad de oír el reclamo de participación y con su intervención revitalizar un partido peronista participativo, fiel a sus objetivos fundacionales y abierto a la sociedad o legitimar el rumbo una conducción que quedó en el pasado.



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