JUJUY

Memoria del ajuste

Jujuy tierra arrasada: Menem lo hizo

Las políticas neoliberales de los 90 implementada por Menem y sus seguidores locales dejaron un tendal de desocupados, pobres y pueblos fantasmas.

Foto: editada del original de El Tribuno
Foto: editada del original de El Tribuno

 

Ahora que se murió, algunas crónicas extienden generosos mantos de piedad y otras lo ensalzan con calificativos como “carismático”, “transformador”, “astuto”, “conductor”, o destacan su “capacidad de liderazgo”.

Pero Jujuy y muchas ciudades del interior del país no olvidan el tremendo daño que los gobiernos de Carlos Saúl Menem infringieron a su población, dejando un tendal de desocupados, pobres y destruyendo la educación pública.

Hay una novedad que introdujo Menem, en eso fue único, es inobjetable. Puso un partido popular cuya bandera era la redistribución de la riqueza, al servicio de un proyecto de exclusión social y vaciamiento del país, surgido del consenso de Washington.

Usó al peronismo para instrumentar el neoliberalismo.

Ese modelo que desconocíamos y se proponía erradicar los restos del estado de bienestar favoreciendo la concentración de la riqueza, porque luego se produciría el “derrame” de esas ganancias a los sectores populares.

Menem implementó el neoliberalismo en el país de la mano de los sectores políticos más conservadores y con el consenso de los principales medios de comunicación. Los mismos que hoy cantan loas a su gestión.

Para esos sectores Menem siempre fue la mosca blanca del peronismo, el provinciano que vino a hacer lo que la derecha no podía. Como se decía en aquella época “se volvió rubio y de ojos claros”. Si, tomó la forma del arquetipo que esos sectores idealizan como salvador de sus intereses.

Desarrolló una herramienta que le permitió ser reelegido: la estabilidad económica, de la mano del Plan de Convertibilidad que instrumentó el Ministro Domingo Cavallo. ¿Alguien se acuerda del voto cuota? Un peso equivalía a un dólar y viceversa, al costo de ir paulatinamente erradicando la industria, primarizando la producción y generando exclusivamente una economía de servicios.

Hay que concederle algo: esa política de devastación terminó con la inflación, pero a un precio demasiado alto: destruir el aparato productivo y dejar en la pobreza y desocupación a millones de argentinos. No puede soslayarse el hecho de que Menem asumió la presidencia de manera anticipada frente a una crisis de hiperinflación que hacía insostenible la permanencia de Alfonsín en el poder.

El “padre de la democracia” tuvo muchos méritos, pero entre ellos no estuvo la gestión económica, de hecho su administración terminó en un desastre económico que parió el plan neoliberal de Menem y sirvió como justificativo para el inicio de sus medidas de exclusión social.

La circulación en la opinión pública de términos como: “reformas estructurales necesarias”, la necesidad de hacer “cirugía sin anestesia” y “medidas drásticas”, para que los argentinos dejen “la teta del estado” que se habría convertido en una “máquina de impedir” la iniciativa privada anunciaron el tipo de políticas de ajuste que luego se implementaron e hicieron mella profundamente en el tejido social de los argentinos.

Entre ellas, la privatización y cierre de empresas del estado como los ferrocarriles, dejando a innumerables pueblos aislados, la venta a precio vil de compañías de servicios públicos como teléfono y gas, la instalación de peajes en las rutas nacionales, la venta de YPF. La imposición de jubilaciones privadas destinando enormes cantidades de dinero a las AFJP que igual generaron pérdida a los contribuyentes, mientras se desfinanciaba la caja estatal de jubilaciones.

La regla era que el estado debía achicarse y que todo “gasto público” no era una inversión sino una pérdida. Desregulación y descentralización eran términos de moda que encubrían el propósito de un estado de reducir sus responsabilidades con la sociedad civil, con el fin de disminuir sus egresos, como lo pedía la ortodoxia económica y el FMI.

Carlos Saúl Menem llegó a la cima de la ignominia y la traición de muchos de sus compañeros políticos desaparecidos y otros que sufrieron persecución y exilio, cuando firmó el insulto para los militares que participaron del genocidio posterior al golpe de 1976. No hay olvido ni perdón para esa infamia

Jujuy tierra arrasada

Las medidas de ajuste y privatización tuvieron como consecuencia gran cantidad de desocupados y aumento de la pobreza en todo el país. Pero especialmente en Jujuy la realidad se tornó dramática. Los 90 en la provincia fueron años dolorosos. La privatización de Altos Hornos Zapla dejó a gran número de trabajadores desempleados, en las calles de Palpalá, la antes orgullosa ciudad siderúrgica proliferó la tristeza, los kioskos y las despensas que abrían aquellos que pudieron cobrar una indemnización.

En la quebrada y puna poblados que vivían al ritmo del paso del tren se apagaron cuando el tren que iba a La Quiaca se cerró al igual que otros ramales, dejando en algunos parajes sólo el sonido del viento cortando el silencio de un pueblo fantasma

De manera consistente con la prédica de reducir el gasto público, el estado central disminuyó sus aportes a los estados provinciales y les exigió brutales planes de ordenamiento fiscal. Asi es que se privatizó también el Banco de la Provincia, aumentando el número de jujeños sin trabajo.

Los gobernadores jujeños peronistas, alineados con Carlos Menem aplicaron esos irracionales “planes de racionalización” en el estado provincial, asi comenzaron a privatizar y achicar empresas del estado provincial, a despedir empleados, a atrasarse en los pagos salariales -incurrían hasta en dos o tres meses de atraso- era la época en que pagaban con “bonos” de circulación restringida que perdían su valor antes de ser usados.

La resistencia de los sindicatos en Jujuy se llevó puestos a dos gobiernos en una crisis institucional sin precedentes cuya conclusión tampoco resolvió la dramática situación que atravesaron muchos jujeños sin empleo y sin un salario digno.

Como parte de su “descentralización”, el estado nacional decidió dejar de administrar la educación inicial, primaria y secundaria para traspasarla a las provincias a partir de 1992, sin transferir a esas jurisdicciones los fondos suficientes para gestionar un sistema educativo.

Ese daño a la educación pública en Jujuy aún no ha sido reparado, y actualmente en nuestro país la diferencia en la calidad educativa entre distintas provincias es abismal, tanto como lo son las diferencias entre ingresos de los docentes de diferentes jurisdicciones.

Los tecnócratas del Ministerio de Economía del gobierno de Menem tenían muy en claro lo que hacían, no les importaba la gente, sólo los números debían cerrar. Tenían un término para Jujuy: era una UGI: Unidad Geopolítica Inviable.

“Si tu viejo no perdió el trabajo con Menem entonces no conociste los 90”, expresa un meme de reciente publicación.

No hay miradas piadosas sobre lo que Carlos Saúl Menem y su política neoliberal hicieron en Jujuy. Significó el abandono, el “sálvese quien pueda” y en términos concretos: hambre, desocupación, pobreza, falta de educación y abandono para muchos.

Si, Menem lo hizo.

 

 



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