La jujeñidad al palo, Morales versus Vernaci o los usos del patriotismo

Los dichos de la locutora Elizabeth Vernaci en su programa de Radio Pop en Buenos Aires, calaron hondo en muchos jujeños.  En el contexto de una humorada y empleando la ironía hacia un compañero de trabajo que había vacacionado en Jujuy, Vernaci profirió frases ofensivas y xenófobas

“¿Donde te fuiste?” le dijo al operador radial. "¿Al Caribe? Jujuy es Jujuy, el Caribe es el Caribe", bromeó “La Negra” Vernaci

Y siguió “Son gente sufridora, gente autóctona y sufrida. ¿No se te ocurre una vacación con mar, algo que te relaje?”

"Bueno, bienvenido, bienvenido a la Argentina. Es que Jujuy es Bolivia, chicos, digámoslo. ¡Alguien lo tiene que decir! ¿Lo dicen? Ah, bueno. ¿Acá lo dicen? Pensé que ahí (Jujuy) se daban cuenta de que no eran argentinos", concluyó la conductora radial.

Sus palabras no pasaron desapercibidas en Jujuy, y la reacción no se hizo esperar, desde periodistas hasta el mismo gobernador Gerardo Morales esbozaron una respuesta y una defensa del pueblo jujeño ante la terrible ignominia discursiva.

La flecha del insulto

“Es que Jujuy es Bolivia”, ironizó Vernaci.

Vernaci quiso emplear la ironía , en cuanto intentó emular burlonamente un punto de vista distinto al de ella y del que toma distancia, pero las palabras estaban dichas y muchos no lo entendieron de ese modo. Para poder entender el sentido de la ironía hay que compartir  el contexto de quien la emplea; es probable que el compañero y los oyentes de la locutora lo hayan entendido así pero el resto del país no conoce su habitual uso del sarcasmo y las palabras quedaron flotando con un sentido propio, literal e hiriente.

No deja de ser paradójica y ambivalente el sentido del apelativo "Boliviano", usado en nuestro país desde hace mucho y en distintos ámbitos para ofender. Cuando se tilda de “Boliviano” a un argentino se le pretende decir: venís de fuera de la civilización, sos pobre, indígena, sucio, inculto y otros términos relacionados agraviantes. Y en ese uso y sentido “Boliviano” es racista: imputa determinadas características negativas a alguien por pertenecer a determinado lugar o etnia. 

Vernaci buscó agraviar, en el contexto de una relación amistosa con palabras ácidas e irónicas, pero lo dijo al aire y el agravio así alcanza a todos, no sólo a los jujeños, a toda la sociedad. No corresponde que un comunicador haga circular los sentidos insultantes del término “Boliviano”, porque estimula su uso como insulto, naturaliza una violencia, la institucionaliza.

Pero, pensemos. Hay alguien que intenta proferir un insulto y alguien que lo recibe y se ofende.  Podría suceder que alguien quiera agraviar a otro y este no se sienta ofendido porque el insulto no lo alcanza. Si le dicen “gorda” a una modelo, quizás ella dibuje una sonrisa pícara como diciendo “te parece?” y siga de largo, entonces el insulto no encontró su blanco.

Nadie se hubiera ofendido si la locutora hubiera dicho “Es que Jujuy es Noruega”, por ejemplo, eso está claro.

Ahí radica la ambivalencia del insulto. Porque si para alguien Bolivia no representa un lugar inculto, ni ser indígena está mal, ni comparte el universo agraviante que la frase pretende imputar, podría no sentirse ofendido, más allá de la voluntad insultante del que emitió la frase que si existió.

“Boliviano” como insulto es revelador porque evidencia como racista a quien lo lanza, pero también a quien se ofende, ya que al ofenderse, casi sin querer ni darse cuenta adscribe al mismo mundo de sentido. Porque tal vez si el insultado un día conoce Bolivia, la riqueza , bonhomía y templanza de su gente trabajadora y generosa, sus bellos paisajes y su profunda y vasta cultura, podría responder “Si, boliviano y con orgullo.” Y entonces la flecha del insulto no habría encontrado su blanco en la ofensa.

Es por eso que el racismo siempre es fruto de la ignorancia y del miedo al distinto y a lo desconocido. Y entonces lo que dijo Vernaci tomado literalmente habla mal de ella en tanto ignorante y racista, no así del pueblo jujeño ni boliviano.

Ahora bien “Boliviano” usado en Jujuy, es una flecha que siempre dará en algún blanco. Porque Jujuy limita con Bolivia y siempre quiso diferenciarse, pero la frontera es continuidad y discontinuidad, entonces esa relación siempre ha sido problemática.

En el centro del blanco

Como lugar de frontera, Jujuy siempre ha necesitado marcar el límite con Bolivia. Un límite no sólo geográfico, sino de sentido, donde el vecino frecuentemente ha sido considerado en términos xenófobos. Entonces la frontera es frontera con el mundo indígena, pobre, inculto, incivilizado, bárbaro.

De este lado somos argentinos, somos otra cosa. En sus significaciones imaginarias centrales el argentino se considera europeo, blanco, civilizado, limpio. “Pensé que ahí se daban cuenta de que no eran argentinos”, dijo la Vernaci irónicamente. En Jujuy esa sentencia es la ofensa máxima porque es un peligro siempre latente. El insulto dió en el blanco y así se consumó.

Con esa frase impactó muchos corazones y en el medio del imaginario jujeño. Porque si para algo ha trabajado la élite jujeña históricamente es para eso: para ser argentino y no “Boliviano”, porque entienden éste último término del modo más racista.

Otra paradoja, “Boliviano” en Jujuy usado y tomado como insulto es una forma denigrante pero sobretodo autodenigrante, porque gran cantidad de la población jujeña es de origen boliviano o tiene ancestros o parientes bolivianos.

Sobre todo evidencia una forma ideológica: es la forma profunda como los sectores dominantes han pensado durante mucho tiempo a los sectores populares en Jujuy, los define con un par de apelativos “Boliviano” o “Coya”. Entonces cuando ese término se usa entre la gente como insulto, quiere decir: estoy tratando a mi igual de la manera en que el poderoso nos trata.

La herramienta más conocida para cohesionar a los pueblos y hacer que olviden las diferencias que los atraviesan ya sean de clase o de raza, es proponerles un colectivo superior el que todos sin diferencia pueden integrar. Pero la idea de Nación en latinoamérica es problemática, porque no representa a un pueblo con los mismos orígenes étnicos ni territoriales, es siempre una construcción más o menos artificial.

En sus versiones más vacías y pervertidas la idea de Nación se convierte en Nacionalismo: el concepto de que frente a un enemigo interno o externo amenazante, toda diferencia interna debe ser combatida y es peligrosa.

Un concepto al que los gobernantes mediocres apelan todo el tiempo para que su población deje de preocuparse por su día a día donde tal vez hay hambre y explotación y se sienta congregada junto a quienes detentan el poder en contra de algún enemigo real o no, de afuera o de adentro. Pero unidos al fin. Ese nacionalismo puede ser explotado a nivel país o a nivel de una provincia, que al fin y al cabo es un estado y si los busca puede encontrar enemigos de sobra.

La jujeñidad, las jujeñas y jujeños

Y entonces aquí viene a consideración algo que se podría llamar la “jujeñidad”, la versión local del nacionalismo o patriotismo mal entendido.

Siempre en los temas importantes, el gobernador Morales, no desaprovechó la oportunidad para responderle a la locutora radial y salir en defensa de todos los jujeños. Suena conocido: alguien encuentra una amenaza externa contra la cual debemos reaccionar todos los jujeños unidos.

“Señora Vernaci: repudio enfáticamente su falta de respeto y la forma en que descalifica al pueblo jujeño y a la provincia de Jujuy, negando su pertenencia a la República Argentina y por ende al pueblo argentino. Me molesta mucho y me duele que usted y su equipo se rían de nosotros", comenzó su respuesta el gobernador. Es entendible y lógico que busque un desagravio, bien.

"Debe saber, señora, que el pueblo del norte fue el que garantizó nuestra independencia para que hoy usted y yo podamos con orgullo decir que somos argentinos", remarcó.

"Pero especialmente a Jujuy le tocó un rol que a ninguna otra provincia, porque fue justamente nuestro territorio el que fue tomado como teatro de operaciones por nuestro ejército y las tropas realistas. Es así señora, que para su conocimiento, mientras sus antepasados en la Ciudad de Buenos Aires bailaban el minué y se disputaban el poder, a nosotros durante 15 años nos mataban toda una generación de jóvenes que entregaron su vida para que usted hoy pueda decir que es Argentina".

"Nos ofende que no sepa esto y que niegue nuestra condición de argentinos(…)”, agregó.

Morales se centró en demostrar que Jujuy es Argentina y todo el esfuerzo que costó, la muerte de “toda una generación de jóvenes”, para lograr ese lugar. Sin quitar el mérito de esas muertes, el mandatario olvida que antes de esos hombres existían habitantes en estas tierras, y muchas más vidas les costó a los pueblos originarios la conquista española y la revolución americana, sucesos de los que apenas algunos sobrevivieron. Queda claro que no hay nada peor para un jujeño que no ser argentino, por eso el esfuerzo y la cantidad de antecedentes que uso Morales para argumentarlo. De no ser jujeños seríamos, oh terror, bolivianos.

Era importante para el gobernador marcar que Jujuy comienza ahí, en la revolución de la independencia y cuando nace Argentina. Los que estaban antes no importan

Pero esta pieza de su comunicado revela un grado de hipocresía pocas veces visto “(…) ofende también al pueblo boliviano que es un gran pueblo y que además si no fuera por ellos también, usted hoy no sería argentina. Para que sepa, el pueblo boliviano luchó más que sus antepasados porteños para que hoy seamos patria".

El gobernador que hizo sancionar una Ley para cobrarle a la población boliviana por la atención médica en Jujuy, ahora dice defenderlos, es algo muy difícil de creer. Claro, les parecen valiosos y los rescata en tanto su contribución a la lucha independentista americana. Ya que al parecer ahí comenzó el mundo.

Y luego apeló al arsenal del Jujuy turístico  "Es verdad no tenemos mar, pero lo tenemos todo. Tenemos magia, diversidad, más de 300 comunidades indígenas, tenemos 10 mil años de interculturalidad en nuestra Quebrada de Humahuaca, que fue reconocida por la Unesco como patrimonio de la humanidad. Tenemos el Cerro de Siete Colores en Purmamarca, las salinas, el Hornocal y tantas otras bellezas naturales. Y por sobre todo, somos un gran pueblo, que la invito a conocer, porque si usted no conoce Jujuy no conoce la vida.”

Encendido, iluminado y colorido discurso del gobernador. Bravo.

¿Qué saben esos porteños ignorantes de nuestras bellezas y diversidad?

El discurso nacionalista le va a Morales como anillo al dedo. Porque de esa manera se muestra al frente de todos los jujeños sin distinciones ni conflictos. Por eso aprovechó la oportunidad para contestarle a una locutora de Buenos Aires. Si, sus declaraciones fueron xenófobas, racistas y agraviantes, pero ¿merecían la respuesta de un gobernador?

Gerardo Morales debería preocuparse de mirar y resolver los conflictos de los jujeños que para eso fue elegido.

Su versión de la “jujeñidad”, la versión oficial y tradicional de lo que es ser jujeño deja más gente afuera que la que incluye. Es aquella que presentó cuando vino el ex presidente Macri  a inaugurar el aeropuerto con dos “paisanos”, uno a cada lado de la pantalla, casi como dos esclavos formando parte de un cuadro que escenificaba el desprecio por las comunidades originarias.

El territorio que ocupa el estado jujeño estaba ocupado por pueblos originarios desde hace mucho tiempo antes que la conquista española y la revolución americana. La cultura andina de la cual somos parte precede en muchos siglos a cualquier presencia europea en América. No tiene los límites que hoy imponen los estados de Argentina y Bolivia. Si, los jujeños tenemos muchas raíces y ancestros en Bolivia y un patrimonio cultural en común.

Las reglas del Ayni andino, que incluyen la reciprocidad entre hermanos alimentaron la construcción de organizaciones sociales que Gerardo Morales se empeñó en destruir.

Hay comunidades originarias libres  cuyo reclamos contra la explotación minera y en defensa del agua el gobernador ignora. Comunidades en La Quiaca Vieja a quienes el gobierno quiere comprarles sus terrenos por dos monedas. “tenemos 10 mil años de interculturalidad” dijo Morales, que su gobierno ignora y no respeta.

También tenemos Jujeñitos y jujeñitas a quienes destina 6,50 pesos para cada alimento en comedores voluntarios. Hay estatales jujeños a quienes el gobierno les paga sueldos de miseria. Usuarios a quienes les aumenta la luz brutalmente a escondidas. Una provincia con elevadísimos índices de desocupación, pobreza y malnutrición. Una justicia que hostiga y persigue a opositores y cualquier manifestantes. También tenemos presos políticos.

Cuando Gerardo Morales pretende defender y definir “la jujeñidad” por el Cerro de Colores, la Quebrada de Hornocal, la lucha independentista y alguna tibia referencia a las comunidades originarias que él pisotea está insultando nuevamente a los jujeños.

Tal vez no sea necesario definir la patria por contraste a lo que no somos. Sino por una continuidad y una comunidad de sentimiento, y una cultura milenaria andina compartida más allá de las fronteras. Jujuy es Patria abierta para cada habitante de esta tierra y para sus vecinos, es Latinoamérica y es sobretodo un lugar en el corazón.