Pánico y locura en Jujuy: Morales y el peligro de los excesos en el poder

Dos tipos se alejan en el horizonte del desierto de Nevada manejando un convertible. El viaje había comenzado bien, un periodista y su abogado vuelven de cubrir un evento deportivo en Las Vegas. Al principio hubo mucha diversión pero también excesos. Tal vez el elevado grado de confianza y soberbia de los protagonistas y la demasía en los excesos hacen que el viaje tome un matiz muy oscuro y se vaya de control. Pero lo que pasa en Las Vegas queda en Las Vegas.

Lo que pasa en Jujuy ¿queda en Jujuy? Algunos quisieran que así fuese, apartando lo que en Jujuy acontece y los excesos de poder de su gobernante de la mirada externa y de todo control democrático.

Volvamos a la noche de la elección perdida por Gerardo Morales.

Y su discurso. “Hay que garantizar la paz en Jujuy. Es innegociable la paz en Jujuy, yo voy a cuidar al pueblo de Jujuy, como sea. No le vamos a dar espacio a la violencia. Es mucha más la mayoría del pueblo que quiere paz. Es mucha más la mayoría del pueblo que quiere respeto.”

Más allá de la innecesaria redundancia de Morales, seguramente producto de la urgencia por enfatizar su interpretación de los deseos de la gente en una noche problemática, el discurso luce a primera vista inobjetable.

Porque ¿Quién no quiere paz y respeto? Y ¿Quién puede abiertamente desear la violencia?

Gerardo plantea una línea divisoria clara entre dos supuestos bandos: de un lado los que quieren la violencia y del otro los que quieren la paz. O más bien, allá -afuera- los violentos, los malos. De este lado -aquí, adentro, con Gerardo, con su gobierno- los pacíficos, los buenos. “Somos buenos, nosotros somos buenos”, ¿se acuerdan?

Este relato nos plantea una opción de hierro a los jujeños, si no estamos del lado de Morales y “los buenos”, estamos del otro, del lado de los malos, los violentos, los antidemocráticos, los tupaqueros, los negros, la noche, la siniestra, los bárbaros y la barbarie.

Actualización local del conflicto civilización versus barbarie –y la disputa por quien encarna a cada concepto- una disputa constituyente de todo el devenir histórico argentino y de la subjetividad nacional.

Hay que reconocer que tal polarización, alentada también por el corto vuelo de la realidad mediática ha sido comprada mucho tiempo por gran parte de Jujuy y le ha dado sus réditos al oficialismo provincial y nacional. Al menos hasta las PASO.

En apariencia hay una paradoja en ese relato que no es tal, porque es también un efecto buscado. Debajo del discurso de “paz, unión y trabajo” se acuna un mensaje impregnado de odio y resentimiento, de hecho la intención de ese mensaje “moralista” es unir a la población jujeña “en contra de”, no “a favor de” algo o detrás de algún proyecto de provincia.

Un análisis aparte merecería la forma en que los discursos que incitan al odio prenden como un papel al fuego en la sociedad. No deja de ser admirable el fenómeno de que a una persona lo alimente más el resentimiento a tal o cual partido, idea o personaje, que el plato de comida que alguna vez los odiados pusieron en su mesa, o la heladera, el auto o la casa que le permitieron comprar. Basta con mirar a Brasil y Bolivia.

Además ese relato propone otra alternativa falsa: que el único eje temático a partir del cual se debe analizar y entender la realidad jujeña debiera ser ese: paz-violencia. Así el cuentito oblitera cualquier tipo de otro debate.

Porque en la realidad las demandas y necesidades de los ciudadanos de la provincia son muchas, diversas y algunas muy acuciantes: trabajo, sueldos por arriba de la línea de pobreza, educación pública digna, salud accesible, alimentación diaria para los más necesitados, entre tantos otros aspectos de una realidad que afecta duramente a muchos jujeños.

Se nos propone y se nos exige que interpretemos la realidad por el ojo de la cerradura de  este discurso polarizador que propone una dicotomía falsa. Lo que tanto se criticó del kirchnerismo: o estás conmigo o estás contra mí.

Pero como decía Roberto Sánchez, Sandro de América: “yo no compro lo que vendo”. También Pablo Escobar pensaba parecido, salvando las abismales distancias. Gerardo tampoco es tonto.

En el fondo esa lógica binaria paz-violencia es un relato fácil urdido para la tribuna, sostenido, como todo discurso del poder, desde aparatos comunicacionales como  los grandes medios locales, viejos y “serios” y otros más nuevos que comprenden lo lucrativo que resulta el discurso fast food del odio, alentados también por la generosa pauta que reciben del estado en unos casos o los negocios que hacen con él, en otros.

En la constancia en ese relato pour la galerie que enarbola el gobierno, hay una doble moral, o mejor dicho una “moralidad” hipócrita. Morales lo emplea como medio para convocar, apelar y conminar a los jujeños a apoyar cualquier proyecto y emprendimiento suyo, bajo pena de pasar a pertenecer al bando de los malos.

En esa lógica de hierro, decíamos, los jujeños “de bien” (en todo el rango semántico de la expresión) deben encolumnarse detrás de Gerardo en una gesta contra los corruptos, violentos y antidemocráticos.

Al mismo tiempo el Gobernador encara iniciativas que buscan sustraer sus  actos de gobierno de cualquier control o auditoría pública, pretende ampliar las facultades del poder ejecutivo avanzando sobre la justicia violando todo principio republicano de separación de poderes y avala la actuación de funcionarios que ejercen obscenamente violencia institucional mientras pretenden que sus actos no se den a conocer. Escuchen sonar este hit: “Somos buenos, nosotros somos buenos”.

Como en los relatos mitológicos en los que el héroe adquiere las características del villano que dice combatir, la administración que dice gobernar para la “paz, unión y trabajo” se está transformando en el principal peligro para la democracia y la paz que dice defender.

Hablando de hits, analicemos los últimos greatests de una banda que bien podría llamarse la “doble Morales”:

- El Gobernador motorizó mediante una artimaña obscena los Juicios Políticos contra el Fiscal General del Superior Tribunal de Justicia Alejandro Ficoseco y los integrantes del Tribunal de Cuentas que no le son afines. La historia es sabida: dos ignotas transeúntes que pasaban por la Legislatura ingresaron los pedidos de Juicio justo un día en que había sesión, casualmente el Diputado Rivas los leyó y presentó y el oficialismo aprobó su inicio sobre tablas.

Como las denunciantes son dos perejiles puestas por el gobierno (perdón, militantes radicales) noveles en derecho, a pesar de lo cual sus presentaciones señalan al detalle en varias fojas los delitos cometidos, las escondieron de la Comisión Investigadora del Juicio Político integrada por legisladores oficialistas y opositores. Claro no hubieran podido responder ni media pregunta de los diputados sobre los delitos que supuestamente denunciaron. Con una conveniente denuncia policial mediante, se presentaron ellas solas ante el presidente de la Comisión Ramiro Tizón que apañó la jugada.

A medida que avanza el proceso, y con todos los vicios iniciales que presenta, el oficialismo comete una irregularidad tras otra denunciada por la oposición y por Fiscales y Procuradores de todo el país.

Pero no importa porque claro, los procesados – un Fiscal General, la Presidenta y dos Vocales del Tribunal de Cuentas, recuerden- están acusados de no controlar y ser complacientes con la Tupac Amaru y Milagro Sala, así que bueno cualquier cosa está permitida si se trata de condenar esa ignominiosa marca del demonio una vez más.

La “doble Morales” resuena en todo su esplendor: si toda la institucionalidad jujeña no acompaña su amañada persecución judicial entonces estaría respaldando a los tupaqueros, corruptos, planeros, etcétera.

Digamos las cosas como son: en realidad el gobernador pretende vaciar el componente opositor del Tribunal de Cuentas, porque son los vocales que justo ahora comenzarán a revisar los números de su gestión. Pretende además asegurarse el control del Ministerio Público y del Poder Judicial en general, y por eso quiere destituir al Fiscal Ficoseco. Que democrático.

No hay tal opción de hierro entre la paz y los violentos, los buenos y los malos. Pero toda tiranía siempre ha puesto como excusa alguna amenaza externa o interna que acecharía a la sociedad que el líder dice proteger para permitirse sumar poder y terminar restringiendo derechos y libertades. “Voy a cuidar Jujuy como sea”, recordemos el discurso de Morales en la noche de la derrota electoral.

Los jujeños no tenemos porqué elegir entre el supuesto temor al retorno de Milagro Sala a la esfera pública y un gobernante que tome la suma del poder público y exija un Tribunal de Cuentas que no audite a su gestión. ¿O es que teme a la corrupción que se pudiera comprobar? Se plantea un chantaje ridículo. ¿Pero entonces quienes son los antidemocráticos?

Más grandes éxitos de la “doble Morales”

Las escenas vividas esta semana en el Ministerio Público de Acusación bien pueden figurar en una antología de la violencia institucional y el acoso laboral.

Mientras la Fiscal Fernández de Montiel se encontraba de licencia médica –por los trastornos devenidos del acoso laboral que ya venía experimentando, según ella explicó- el fiscal general Sergio Lello Sánchez, sin mediar aviso alguno mandó a abrir sus oficinas con un cerrajero para sacar sus pertenencias y sus expedientes, por que sería destinada a una nueva. Como también explicó la Fiscal entre sus expedientes guardaba documentación muy sensible, entre ella la de la causa “Pibes Villeros” que ayudó a edificar contra Milagro Sala, así que mal puede ser acusada de tupaquera.

Claro que Fernández de Montiel es la madre de Mateo Montiel quien junto a Agustina Aramayo, denunciaron a Lello Sanchez por violencia machista y acoso laboral. Casualmente el mismo día de la irrupción, Aramayo había sido trasladada de oficina.

A esta altura las andanzas de Lello Sanchez tienen repercusión nacional y por eso el Asociación de Fiscales y Procuradores nacionales solicitó que “sea declarado inepto éticamente”.

Incluso tienen más repercusión nacional que provincial esos hechos de acoso , ya que cada vez que su conductor genera algún incidente los teléfonos de la prensa comienzan a sonar presionando para un descargo o simplemente presionando, haciendo saber que el MPA mira lo que es publicado. Esto como metodología es un grado más sutil que el pedido de informes que elevaron a un Canal de TV por la presentación de un programa acerca de los Juicios Políticos.

¿Entonces quienes son los violentos y antidemocráticos?

Pongamos el caso de integrantes de Comunidades Originarias de La Quiaca Vieja, a quienes el gobierno para hacer la Zona Franca va a expropiarles sus terrenos. Pagando en un caso por un área de 30 por 50 metros, 103 pesos. En otro, por un terreno de 3 hectáreas, 2000 pesos. Si leyó bien.

¿Entonces estas personas deberían elegir entre “la paz” o que el estado encabezado por Gerardo Morales los despoje de sus tierras?

O hablemos de la deuda de Jujuy, aunque claro nadie sabe muy bien de cuanto se trata, ya que el gobierno se ha negado sistemáticamente a brindar informes y rendir cuentas a los miembros de la oposición que las han solicitado por las vías institucionales.

Lo que es seguro, es que Jujuy adeuda el 110 % de sus ingresos (Centro de Economía Política Argentina CEPA, 10 de Octubre de 2019), la tercera deuda más alta entre las provincias argentinas. Que ascendería  según estimaciones de la Diputada Alejandra Cejas para agosto de este año a la friolera de 28 mil millones de pesos, casi 2 mil millones de dólares y 56 millones de euros.

¿Nuevamente, debemos elegir entre “la paz” y un gobierno que endeuda a Jujuy sin control y se niega a rendir cuentas de ello?

Porque detrás de la “doble Morales” y la apelación a la paz como bien irreductible se encuentra un gobierno que directamente no rinde cuentas de lo que hace con el dinero de los jujeños. Se niega a hacerlo en los ámbitos institucionales establecidos. Pero el gobernador si hizo un simulacro de balance cuando se presentó ante el obispo. Al igual que sus funcionarios, como el titular del ente autárquico de la Fiesta de los Estudiantes que rinde supuestas cuentas en redes sociales del balance de esa Fiesta.

Pero el ámbito para rendirlas es el Tribunal de Cuentas que Morales quiere poner bajo su control, órgano especializado que le exigirá las facturas y detalles de gastos del caso.

¿Debemos optar entre “la paz” y que el gobierno gaste nuestra plata como le parezca?

O pensemos en un tema más sensible: el de los niños que asisten a comedores alimentarios, a los cuales el gobierno destina 6,85 pesos por cabeza. Tal vez alcanza para un mate cocido y dos galletitas de agua. Pero Gerardo Morales, informó al obispo. Si al obispo, que el programa “Jujuy Asiste y Reactiva” cubre sobradamente las necesidades alimentarias de los niños.

Precisamente adivinen que programa auditarían los vocales opositores del Tribunal de Cuentas que Morales quiere remover. Si ese, “Jujuy Asiste y Reactiva”. ¿Por que el Gobernador no quiere rendir cuentas ante un órgano auditor que no tiene bajo su control, que es lo que quiere ocultar a los jujeños?

La situación institucional de Jujuy es grave por los avances del ejecutivo sobre los otros poderes del estado en procura de una hegemonía que asegure la falta de control por parte de los jujeños de los actos públicos de su gobierno y la amenaza contra los derechos de los ciudadanos.

Esos excesos en el poder, llevan a conductas violentas, antidemocráticas y la falta de auditoría de las cuentas fácilmente deviene en corrupción. Las mismas que Gerardo Morales dice condenar en otros actores sociales.

Pero los tiempos del país han cambiado y lo que pasa en Jujuy no queda en Jujuy.