La amnesia no se olvida ni se perdona

Por Carlos María Rivero, periodista y artista.

En estos días, la escuela municipal “Maestra Marina Vilte” cumplió 25 años. En el acto oficial conmemorativo estuvieron, además de las autoridades escolares, el ex intendente Hugo Conde, quien inauguró el edificio, y el actual jefe comunal Raúl “Chuli” Jorge, quien manifestó su satisfacción por “haber formado parte de una gestión en el diseño y la posibilidad de construir un proyecto educativo que ha sido realmente importante en la historia de la educación jujeña”.

Nadie duda de la importancia que tiene toda escuela. Fue un acto de valentía, en 1994, en tiempo de la amnesia colectiva impulsada por el gobierno de Carlos Menen, colocarle el nombre de una gremialista que fue secuestrada de su casa, el 31 de diciembre de 1976 y, desde entonces, integra la lista de detenidos-desaparecidos de nuestra provincia.

Pero en las crónicas, de muchos medios locales no hubo ni una línea del porqué del nombre de la escuela ni menos una leve mención a su trayectoria en la militancia política y sindical. ¿Ignorancia u olvido deliberado?

Leopoldo Marechal, aquel escritor que durante muchos años estuvo relegado por su adhesión al peronismo, alguna vez escribió que “recibir un nombre es recibir un destino”.

Que una escuela tenga el nombre de Marina Vilte significa que el destino de la comunidad educativa está ligado con la valentía, la solidaridad y la lucha en contra de los poderosos. Coraje y hermandad para con sus pares, virtudes que escasean en los dirigentes de hoy. 

Marina, mientras estuvo al frente del gremio de los docentes, armó el primer frente de gremios estatales de la provincia, impulsó la unión de sindicatos docentes que desembocaron en el Confederal Nacional de la docencia en Huerta Grande, en un memorable 11 de setiembre de 1973.

Cuando la dictadura empezó a detener sospechosos (ella fue una de las primeras detenidas en la cárcel de Gorriti, en los infames días que empezaron el 24 de Marzo de 1976), nunca dejó de preocuparse por sus compañeros y, cuando el 6 de abril de ese año, recuperó transitoriamente la libertad, antes de salir de su celda, ella manifestó a viva voz: “Compañeras, por los maestros, no voy a claudicar”.

Con su alto espíritu de cantora e hija de estas tierras, no resignó ni una copla ante el terror de la milicada que venía arrasando a los dirigentes obreros. Entrar a la cárcel de Gorriti silbando la marcha peronista no fue sólo una afrenta sino un alto gesto abrazador hacia sus compañeras delante de los carceleros. 

La historia valiente de la gremialista no figura en ningún lugar de la información que difunde el sitio oficial de la municipalidad de San Salvador de Jujuy ni mucho menos en los pasillos burócratas del ceremonial y protocolo de estos gobiernos. 

Que estos funcionarios fueron y son ignorantes, cínicos, torpes y oportunistas, nadie lo duda. Que están montados en una soberbia maquinaria de olvido, tampoco. Que se llevaron a marzo historia y educación cívica, es seguro también.

Pero la memoria popular se enerva aún más cuando se puede notar que nadie reparó en realizar éste acto mientras se desarrollaba al mismo tiempo una audiencia del sexto juicio de lesa humanidad de Jujuy, dónde Selva Vilte –también detenida y hermana de Marina- estaba brindando su testimonio sobre el secuestro y desaparición de la dirigente jujeña. Siniestras paradojas que sólo ignorantes y oportunistas funcionarios pueden hacer coincidir. 

Tanto el intendente actual, como su correligionario Conde, sufren de amnesia y el propósito original de reivindicar a una detenida-desaparecida fue deliberadamente olvidado. No vaya a ser cosa que el gen combativo de la maestra purmamarqueña prenda entre docentes y estudiantes del Alto Comedero; habrán pensado. 

Piensan mal, porque también a la misma hora, cientos de maestras y profesores jujeños marchaban por las calles, inspirados en Marina, y en las ansias de luchar por la dignidad de los docentes, ahora y siempre.