El SARS-CoV-2 o COVID 19 es un virus muy tenaz y con gran capacidad de contagio, como la humanidad ha podido comprobar desde que se desató la pandemia, para el cual aún no existe cura ni vacuna.
La enfermedad del coronavirus es tan perniciosa, y se ha expandido tanto porque su difusión es facilitada por las debilidades de los conglomerados humanos que se convierten en sus portadores. Si el sistema de salud es precario y excluyente de un sector de la población, tanto mejor para la expansión del virus. Si los gobernantes son soberbios y descreen de su potencial de contagio no adoptando las medidas necesarias para conjurar su diseminación mayor termina siendo el crecimiento del coronavirus en esos países, miremos sino EEUU, Inglaterra o Brasil.
En todas las regiones que aparece, el COVID 19 se aprovecha de los defectos y debilidades de esos estados y sus gobernantes.
En Jujuy no fue distinto. Tras pasar casi dos meses sin casos positivos (recién el 30 de mayo apareció el caso del transportista de Fraile Pintado fallecido) Gerardo Morales comenzó a creer que Jujuy era inexpugnable, y su usual soberbia se vio incrementada, entonces se descuidó. No en vano la soberbia es uno de los pecados capitales.
O más bien hubo descuidos en las altas esferas del poder jujeño, aquellos que se creen por encima de la Ley. Mientras el gobernador abría nuevas actividades pero con férreos controles sobre la población, mostrándose como el paladín de la cuarentena en retroceso ante el país -logro alcanzado en realidad por toda la comunidad cumpliendo el asilamiento-, sus funcionarios, incluyendo los del COE, viajaban por toda la provincia sin cumplir los protocolos de cuidado que tanto exigían a los jujeños.
Soberbia y creer que alguien está por encima de la Ley, las dos debilidades que usó el COVID 19 para entrar a Jujuy.
Finalmente, el virus ingresó por donde menos se lo esperaba: a través de un policía integrante de una comitiva oficial que viajó por varias localidades y volvió a la capital.
Además, encontró un vehículo ideal: los policías cumplen funciones en diversas ciudades provinciales y entran en contacto con miles de personas. Por otro lado, como deben cumplir órdenes, no hacen preguntas ni incómodos reclamos al poder sobre las medidas de bio seguridad con que deben ser cuidados.
Que quede claro, más allá de alguna irregularidad de algún integrante de esa fuerza, no son los responsables, ni deben ser estigmatizados, es el gobierno al que responden quien no los cuidó de manera adecuada.
La responsabilidad no apunta a los policías que son los primeros expuestos ante el virus, sino al ejecutivo que no implementó las medidas necesarias para su protección. Y que no controló acciones irregulares de unos pocos que no ensucian la entrega de toda una fuerza policial que es una de las primeras líneas para combatir la enfermedad junto a los abnegados profesionales de la salud.
¿Circulación comunitaria?
La confirmación de la circulación local del COVID 19 en la provincia sería inminente, la población necesita ese dato por la voz de los especialistas sanitaristas para saber a qué atenerse. Morales en su informe de anoche del COE mantuvo la incertidumbre: no lo confirma pero tampoco lo rechaza.
Aunque los jujeños han tomado con mayor fuerza los recaudos de la prevención, el aumento de los contagios en menos de 72 horas ha sido vertiginoso, era una posibilidad latente pero nadie esperaba que fuera el vehículo transmisor un agente de la fuerza de seguridad. Aunque no le guste al ejecutivo reconocerlo.
Ya suman 42 casos de Covid 19 en la provincia, de acuerdo al COE 39, que no contabiliza los 3 casos de contagiados en tránsito por Jujuy. Entre los últimos, serían 19 policías que estuvieron diseminados por varias localidades que no están ni preparadas para dar asistencia ante este flagelo.
Por estas horas, la incertidumbre y el desconcierto de la población es enorme, y lo peor es la carga de responsabilidad en el ejecutivo provincial. Sí, son ellos los que han dejado la puerta abierta a este virus que corroe a la población sin discriminar nada ni a nadie.
Fuertes versiones indican que dos miembros de la fuerzas de seguridad irresponsablemente habrían cruzado la frontera para traer coca, de hecho, la familia de uno de ellos vende ese producto en su negocio del barrio.
Recordemos que el 10 de junio pasado, Gendarmería nacional detuvo en Tres Cruces a una camioneta de la Policía de Jujuy con un contrabando de 100 kilos de hojas de cocas, valuado aproximadamente en 1,6 millones de pesos.
Suena entonces como una excusa pueril que ahora el gobernador culpe del tráfico de coca y como posible trasmisora del virus a una vendedora de la terminal. Y que intente defender a la policía culpando a quienes interrogan por los reales responsables con exclamaciones poco dignas de su investidura "Dejen de joder con echarle la culpa a la policía", bramó.
Las fuentes cercanas a la policía indican que ese tema ha generado una fuerte interna en el seno de esa fuerza, entre quienes son honestos y están amenazados por el contagio y algunos que se relacionan con el contrabando y habrían precipitado esta aparición del virus en Jujuy. Esas controversias aumentan el mal humor y el reproche al ministro Meyer por las consecuencias que tuvieron los viajes de campaña en tiempos de cuarentena.
Los olvidados de siempre
Por otro lado, están los docentes que volvieron con el plan de apoyo escolar, a pesar del gran cuestionamiento del Ministro de Educación de la Nación, esas críticas no calaron en el Ministerio de Educación de la Provincia, con el apoyo del gobernador avanzaron y hoy se ven con el panorama suspendido.
Morales decidió, sin siquiera coordinar con la cartera educativa nacional avanzar con la Fase 1 de Acompañamiento Escolar, el inicio de clases en las escuelas rurales. Esa medida pareció apresurada, más aún mirada luego del brote reciente. El gobernador se confió del largo tiempo sin casos en Jujuy y quiso mostrarse como la vanguardia nacional en el relajamiento de la cuarentena y la vuelta a clases. Una vez más, la soberbia le jugó en contra. Al jugar ese papel, el gobernador descuidó a los jujeños, en particular a un sector que su gestión viene relegando: los docentes.
Los educadores afectados a este programa, que deben hacer largos viajes hasta las escuelas rurales donde cumplen funciones sufrieron el abandono del estado cuando, a partir del retroceso a Fase 1 debieron volver a sus domicilios, la gran mayoría en San Salvador.
En vez de transportarlos desde sus escuelas, el gobierno decidió que debían concentrarse en Abra Pampa. A algunos les proporcionaron movilidad, otros llegaron por sus propios medios hasta esa localidad donde precisamente se confirmaron 14 casos positivos. Durante su espera en la plaza local desde la mañana a la noche, los docentes estuvieron librados a su suerte, expuestos a todo.
Hubo dos grupos de docentes, uno que viajó por la tarde y otro por la noche. Los que salieron a la tarde eran 23 docentes de Región 1 y alrededor de 14 de Región 2. Los que viajaron a la noche fueron 24 en total. El ultimo grupo salió el domingo directo a San Salvador, relató una docente que estuvo acompañando a los docentes que esperaban, desesperados regresar a sus hogares. La señora Ministra de Educación parece no tomar conciencia que detrás de cada docente hay una familia que corre riesgo de contagiarse.
Los docentes contaban que otros colegas salieron por su cuenta porque sus familiares los pudieron buscar. “Queremos que se suspenda definitivamente este programa. Que la vuelta a las clases presenciales sea fruto de un proceso participativo donde esté presente toda la comunidad educativa en las decisiones que se tomen. Y que el estado garantice el presupuesto económico para dotar de todas las condiciones de bioseguridad a las escuelas y de todos los recursos sanitarios, tecnológicos y pedagógicos a los estudiantes y docentes”, resaltaban los educadores ante tanta desidia.
Tanta desesperación hubo que se deslizó el dato que en este programa el gobierno se desentendía de las condiciones de bioseguridad y responsabilizaba de todo el protocolo a los directivos, docentes y familias de los estudiantes. La gente que trabaja en territorio no tiene por qué improvisar y lidiar con situaciones de las que los funcionarios simplemente se desembarazan.
Jujuy está en fase 1, retrocedió sí, pero que las cosas se digan por su nombre: en Jujuy la irresponsabilidad fue de funcionarios públicos que en su descuido y confianza excesiva permitieron que el virus llegue a la provincia de la manera mas impensada.
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