Escoltado por seguridad privada junto a su hijo Gastón, Gerardo Morales se retiraba de la Legislatura provincial el 20 de junio de 2023 luego de haber jurado la nueva Constitución reformada. La Casa de Piedra se encontraba rodeada por manifestantes que rechazaban las modificaciones, pensadas a medida de empresas extractivistas y a espaldas del pueblo. El dirigente radical jugó un doble papel en el hecho que le valió su posterior derrotero político: Morales supo ser convencional constituyente y gobernador a la vez, pese a las limitaciones que imponía la Carta Magna de 1986 a funcionarios.
La doble función de Morales constituyó la suma del poder público en su máxima expresión. Esa imagen de violencia se vio dentro del recinto parlamentario, donde los constituyentes, las máximas autoridades del Poder Judicial y los ministros del Ejecutivo juraban una Constitución aprobada ante la resistencia del pueblo jujeño.
La Legislatura Provincial estaba vallada desde hacía dos días, además de desplegar un operativo de seguridad desproporcionado. Una Legislatura rodeada por todas las fuerzas de seguridad en un día patrio donde la democracia fue la gran ausente.
Morales esa jornada modificó artículos en una reforma de la Constitución que había cerrado días antes. La manipuló como los cientos de proyectos durante su gestión. Así fue el contexto de la mayor violencia que se vivió en la provincia. Un día que debía haber sido de celebración democrática terminó siendo un día de una represión furiosa.
Operativo alrededor de la Legislatura
El 20 de junio, Morales se retiró de la Legislatura y empezó la represión. Fue en ese mismo instante que se escucharon las balas de goma contra los manifestantes. Desde la calle Independencia entre Gorriti y Argañaraz el ministro Corro, Diego Rotela y otros funcionarios de seguridad mandaban órdenes. Cientos y cientos de efectivos, algunos en motos, otros a caballo o camionetas se movilizaban contra los manifestantes. El patio entre la Legislatura y Tribunales estaba tapizado de efectivos. Por allí ingresaron policías heridos que eran asistidos en el hospital San Roque. Mientras que los detenidos los llevaban a la Legislatura para después trasladarlos a la central de policía y posterior atención médica.
Ese mediodía también se armaron grupos de mujeres policías para que se dirigieran a la movilización. Allí algunas mujeres no querían ir a reprimir. Las caras de esas mujeres lo decían todo, sabían que entre la gente había familiares y que había importantes razones para rechazar esa reforma que arrasó derechos de los jujeños y las jujeñas.
El operativo incluyó la llegada de camionetas de “infiltrados”, personal de civil que en los bolsillos y en mochilas cargaban piedras.
La represión duró varias horas, desde el mediodía hasta la tarde. Dolor, desesperación y violencia, todo desatado por Gerardo Morales. Las imágenes del terror quedaron registradas por canales nacionales y medios comunitarios que han sostenido esos hechos tan crueles.
La represión de junio en Jujuy se había iniciado a mitad del mes en la puna, en la capital y en la quebrada. Con consecuencias son dolorosas, la Reforma fue denunciada, al igual que la violación a los derechos humanos en la justicia provincial, nacional y en organismos internacionales de derechos humanos. Varios informes de testimonios de víctimas, testigos de la represión en Jujuy se difundieron para reclamar justicia. La consigna “Arriba los derechos, Abajo la Reforma” se sigue siendo una demanda.
Pese a haber obtenido los cambios en la Carta Magna, el 2023 fue un año lapidario para Morales, dinamitó su carrera política de 40 años, un año con cuatro elecciones generales que lo dejó fuera a Morales.
Las elecciones de mayo fueron la mayor estafa para los jujeños y jujeñas que contó con la complicidad del PJ. Pseudo dirigentes instaron a la manipulación de la Reforma. No les interesó informar a la comunidad, porque no creen en el consenso. Esa decisión arbitraria inconstitucional de Morales principalmente lo llevó a quedar fuera del esquema político partidario. Terminó su gestión con una imagen política deteriorada y escandalosa. Los jujeños lo recuerdan como el dictador de Jujuy.
Morales dejó a su delfín Carlos Sadir, que ahora encaran una gran interna partidaria. Sadir no es trigo limpio, guarda los grandes secretos y fue cómplice de la peor gestión de gobierno, el crecimiento de la deuda en moneda extranjera -con un Ejecutivo lleno de contadores- es un ejemplo de ello.
En esa interna radical y otra paralela como ocurre en el PJ, jujeños y jujeñas vivimos el abuso de poder constante.
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